domingo, 22 de octubre de 2017

¿El Gran Auge, O La Gran Burbuja?

Hace 30 años, el Dow Jones sufrió la peor caída porcentual de su larga historia, desplomándose poco más de 22 por ciento y sacudiendo a los mercados financieros del mundo en lo que resultó ser el lunes negro del 19 de octubre de 1987, cuando el Dow Jones cerró en 1,738.74 puntos. Para conmemorarlo, el Dow cerró la semana pasada con un nuevo récord histórico, ligeramente por encima de los 23 mil puntos. En treinta años el Dow ha ganado 1,321 por ciento, ¿una portentosa muestra de la creación de riqueza de los mercados de capitales? ¿o una gran burbuja?
Si usted hubiera invertido un millón de dólares tras el cierre de aquél lunes negro hace treinta años, ahorita tendría mil millones en su cuenta, a pesar de los cracks y sustos que de manera recurrente presenta el mercado. La larga marcha del Dow Jones de los últimos treinta años ha visto cosas sorprendentes: la caída del bloque soviético; la transformación radical de la economía China; la apertura económica de la India; la unión económica de Europa y su amenazante desintegración; el internet y la transformación del mundo que ha provocado; la creación, la casi desaparición, el resurgimiento y el dominio apabullante de Apple en el panorama empresarial del mundo; la pérdida de predominancia de la OPEP y el resurgimiento de Estados Unidos como potencia petrolera; el TLCAN; el auto eléctrico comercial.
Todos esos eventos y muchos más se han incorporado de una manera u otra a los precios de las acciones en el mercado, y han producido una acumulación de fortuna en los poseedores de acciones en las últimas tres décadas sin paralelo en la historia de la humanidad.
Le tomó a los mercados casi tres años para recuperarse del todo de la masacre de aquél lunes negro, pero treinta años después el rendimiento ha sido espectacular. Es tentador desprender de lo anterior una moraleja: que la paciencia, la inversión metódica, y la disciplina, son las mejores habilidades para invertir. Los hechos parecen confirmarlo: en las últimas tres décadas una inversión constante, disciplinada y diversificada en un portafolio que siga a los principales índices del mercado ha dado resultados tan espectaculares como los mencionados líneas arriba.
Los resultados del Dow los últimos años parecen apoyar esa idea, y los ejemplos abundan: desde inversionistas individuales hasta instituciones, fundaciones, fondos de pensión, y fondos soberanos han presentado un récord envidiable que muestra que invertir en los mercados de capitales es una fórmula que funciona muy bien en el largo plazo: la tremenda transformación económica y política del mundo ha producido una riqueza descomunal que ha sido capturada en buena medida por los mercados.
Pero déjenos deslizar una hipótesis que ha sido expresada por algunos inversionistas y economistas. Primero a nivel de un hecho estadístico: este inmenso auge bursátil de largo plazo coincide en el tiempo con un colapso secular del costo del dinero.
Tras sufrir en la década del setenta una dificilísima combinación de alta inflación y estancamiento económico, la Reserva Federal de los Estados Unidos decidió trepar las tasas de interés a un nivel récord en 1981-1982 (superior al 19%), hasta sus niveles máximos de la historia. La brusca alza en el costo del dinero logró aniquilar la inflación, ayudando a la economía rápidamente a recuperar tracción y generar empleos. De entonces a hoy, y con algunas interrupciones cíclicas, las tasas de interés han tenido una tendencia secular clara: el descenso, hasta llegar prácticamente a cero por ciento en el período 2009-2016, conformando el mayor período de reducción de tasas en la historia de los Estados Unidos.
Ese período secular, de más de treinta años, de tendencia decreciente de las tasas de interés, se ha correspondido con el auge bursátil inusitado que se describió antes. Todos los inversionistas saben que menores tasas de interés son una bendición para el precio de las acciones: el valor presente descontado es mayor conforme menor es la tasa de interés, así que más de treinta años de tasas descendentes parecen ser simétricos con más de treinta años de bonanza bursátil.

Las tasas de interés han comenzado a treparse en los últimos doce meses, abandonando los mínimos históricos que vimos tras la crisis de 2008-2009: ¿habrá comenzado una reversión del ciclo de baja de largo plazo de las tasas? ¿o el alza será moderada o pasajera? Si el ciclo de descenso de largo plazo termina y entramos en un alza secular del costo del dinero ¿los próximos treinta años serán de fracasos para los mercados? O lo que es lo mismo: el estupendo auge bursátil de los últimos treinta y pico de años ¿estuvo sostenido por robustos fundamentos o es una gran burbuja creada por el dinero barato? Lo sabremos en treinta años.

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