domingo, 24 de noviembre de 2013

Domingos Rancheros: Te Quiero, Amparo Ochoa

Este es un post triste. Por lo que no alcanzó a ser, y por lo que no era ya en su tiempo. Por el enorme talento que desperdiciamos cuando estuvo en este mundo, y por el gigantesco talento que la cancerosa muerte nos quitó antes de tiempo.

Más allá de toda duda ya, está claro que el origen del mariachi es Nayarit, y una prueba de ese origen es el desproporcionado número de cantantes definitorios de éste género provenientes de mi tierra: Sinaloa, con quien Nayarit ha tenido siempre una historia de simbiosis.

No nada más Lola Beltrán y Pedro Infante, sino también Luis Pérez Meza, Chayito Valdez, y decenas de grandes voces vienen de esa, la tierra de los once ríos.

Pero hay una muy especial: Amparo Ochoa.

Cuando mi padre y mis tías comenzaban su carrera de maestros de secundaria en Sinaloa, en Guasave, Culiacán y Los Mochis, una maestra rural sinaloense, como ellos, Amparo Ochoa, hacía lo mismo, pero además, cantaba.

Su amor por la canción ranchera la trajo a la Ciudad de México, en dónde ganó concursos de radio, pero su vocación magisterial la empujó a inscribirse en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, y allí se unió a un movimiento, el folkorismo, que dio grandes voces, grandes músicos, pero que nunca pudo instalarse entre las masas como era su intención.

En 1986 quizá, Amparo Ochoa da un concierto en el Che Guevara de la UNAM, promocionando un disco nuevo. Yo, que entonces tenía pocos amigos aquí, asistí sólo y al salir del evento compré el disco. Al regresar a que me firmara la portada la encontré en su camerino, quitándose las botas de su atuendo blanco y gritándole a todo mundo como buena culichi. Yo me retiré mejor y me quedé sin el autógrafo, pero desde entonces me quedé con el gusto por su hermosa voz y su cálido estilo para interpretar el ranchero, potente como una Lucha Reyes, pero dulce y cariñosa.

Amparo Ochoa quizá sufrió comercialmente el ser otra sinaloense que cantaba ranchera, (¿para que otra, si la Reyna Lola brillaba ya?). Pero no creo que a ella eso afectara, lo suyo era otra cosa: la ilusión de unir la música ranchera con los movimientos sociales, propia del folklorismo, el de rescatar trovas olvidadas, el de sumergirse en el género.

Cuando ella muere, en 1994, la noticia me entristeció mucho. Amparo tenía apenas 48 años, y era para mi la figura más auténtica, popular y verdaderamente ranchera del folkorismo. Ella sí le entendió. A diferencia de otros folkloristas que intelectualizaban mucho, ella supo siempre que la neta de la música popular era el ranchero.



Amparo Ochoa mereció ser disfrutada mucho más de lo que fue, es un talento superior, una intérprete que sabía de qué iba el ranchero: histrionismo, potencia, calidez, y azote. Ya que muchos se lo perdieron cuando ella vivió, y que el estúpido cáncer nos impide tenerla hoy, el consuelo de youtube nos permite disfrutar a mi Amparo en ésta muestra de cómo podía llevar al ranchero y al folkorismo tradiciones incluso muy ajenas a ella: escúchenla y véanla en esta versión musicalizada por Alberto Favero de un poema de Mario Benedetti, “Te quiero”, Amparo.





sábado, 16 de noviembre de 2013

HOTEL CALIFORNIA: LA DIFICIL SALIDA DE LA TRAMPA DE LIQUIDEZ

La política monetaria de los Estados Unidos vive, como diría mi amigo Eddu Vera, un momento Hotel California: ya ha hecho el check out varias veces, pero no puede salir de la trampa en que ella misma se metió ante la necesidad de salvar a la economía de una Gran Depresión a escala global, llevando las tasas de interés de referencia al cero por ciento.


Pero la semana pasada hubo dos datos muy importantes: la cifra preliminar del PIB del tercer trimestre fue de 2.8%, mucho más fuerte de lo que el mercado estaba esperando, y lo más importante, el viernes las cifras de empleo del mes de octubre fueron de 204 mil nuevas nóminas no agrícolas, también sustancialmente mejores a lo previsto.

Estos dos indicadores son los más sólidos para ver el comportamiento de corto plazo de la mayor economía del mundo, y ambos mostraron una solidez inesperada por lo que es probable que la economía se encuentre en una senda de recuperación sostenible tal que haga innecesaria mantener la actual posición monetaria, es decir, la Fed podría elevar en un futuro cercano las tasas de interés del actual cero por ciento a un nivel compatible con la solidez económica de su país.

No sería la primera vez que lo intenta: en al menos una ocasión anterior el aún jefe de la Fed, Ben Bernanke, tímidamente sugirió que el ingente apoyo monetario del banco central al sistema financiero sería moderado (ojo, no retirado). El resultado, aún dejando claro que no habría mayores tasas de interés en el corto plazo, fue un Maëllstrom financiero que dislocó los mercados de bonos, acciones y divisas por varias semanas y obligó a la Fed a recular en sus intenciones.

El problema de la Fed es que regalar dinero para que el mundo no entre en una Gran Depresión es realmente lo fácil. Lo difícil va a ser dejar de regalarlo ya que todo el mundo está acostumbrado a las mínimas tasas de la historia.

Como el precio de los bonos y las tasas de interés se mueven en direcciones opuestas, cada vez que la Fed aumente las tasas para dejar de tenerlas en cero causará minusvalías entre el vasto número de inversionistas que guardan bonos estadounidenses en sus portafolios: desde el Banco Central de China, pasando por el Banco de México, hasta fondos de pensión diseminados por todo el planeta, e incluyendo especuladores y bancos de todo el mundo.

Si los datos económicos de los Estados Unidos siguen siendo al menos tan sólidos como los que vimos la semana pasada, y existe un acuerdo fiscal en el Legislativo para elevar el techo de la deuda, la Fed tendrá todos los elementos para embarcarse en una retirada del gigantesco estímulo monetario actual.

Aquí la Fed tiene dos opciones para salir: un retiro gradual, o un retiro radical de las actuales condiciones de liquidez.

Si la Fed opta por un retiro radical de la liquidez, subiendo de manera firme las tasas de interés del cero por ciento a digamos tres o cuatro por ciento, la reacción de los mercados, especialmente de las bolsas puede ser tan severa, produciendo quebrantos tan agudos que es osible que en un escenario así, en caso de que haya un crack bursátil masivo, las tasas de interés tengan que volver a bajar. Así ocurrido por ejemplo cuando Alan Greenspan subió las tasas en 1994-1995 causando las crisis del peso mexicano y luego la de las divisas del suresta asiático.

Esta salida es difícil de implementar entonces, pero su alternativa no carece de riesgos tampoco.

Si la Fed retira la liquidez de manera gradual, como lo hizo la Fed de Alan Greenspan del 2003 al 2007, se puede repetir lo que ocurrió entonces: la construcción de una mega burbuja especulativa que use la aún abundante liquidez para comprar activos sin sentido e inflar así los precios en sectores completos de la economía. Tal riesgo no es menor, y de hecho muchos aseguran que tal gradualismo fue lo que causó la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos que estalló en el 2008, causando la peor crisis económica de los últimos cien años.

Salir de esta trampa de liquidez en la que estamos será como conducir un pesado camión en una sierra de bajada: poco a poco y metiendo el freno de mano y avisando a los pasajeros en todo momento que si no se quedan quietos y con sus cinturones abrochados nos podemos desbarrancar.

No existe una salida fácil de esta trampa. La economía no es una ciencia sino una disciplina de resignación. Tan sólo nos sirve para escoger el veneno, tan sólo nos es útil para elegir de qué nos vamos a morir. Vivimos sin duda un momento Hotel California: podemos hacer el check out cuantas veces queramos, pero no podemos salir.





sábado, 2 de noviembre de 2013

Mujeres Que Amé y No Me Amarán VI: Sofía Loren

En “El Zahir”, Borges usa una moneda común y corriente, para ilustrar una parábola: lo de algo que es imposible olvidar. La parábola de Borges es clara y explícita: algo inolvidable es algo que es imposible dejar de recordar en todo momento, es decir, una obsesión intolerable.

Borges dice en esa cuento que el Zahir, un objeto que es imposible olvidar, puede ser una moneda, pero también el fondo de un pozo en una judería; un astrolabio de Nadir Zah; una pequeña brújula en las prisiones de Mahdí, un Tigre. El Zahir, ese objeto imposible de olvidar un segundo en la vida, puede ser cualquier cosa, nimia o magnífica.

El Zahir puede ser por ejemplo, Sofía Loren.


Romana, abandonada por su padre y criada por su madre con esfuerzos propios de una película italiana, a los 14 años Sofía gana un concurso de belleza y de allí, gradualmente hasta su explosiva entrada a Hollywood, la bellísima se convierte en una de las presencias más fulgurantes del cine mundial.

Yo la he visto en muchísimas películas: con Mastroiani en la poderosa, “Una giornata particulare”; en “The Cassandra Crossing” en donde su breve prescencia apabullaba a sus coestrellas estadounidenses; en “The Countess of Hong Kong” de Chaplin.

Sofía Loren es un hexámetro latino, es una tránsfuga de algún enredo erótico del Olimpo, es una estatua encarnada, es un monte divino.

Mujeres van y vienen en el cine, pero como en la metáfora borgeana del Zahir, la imagen perfecta de la Loren produce ese mal incurable: la obsesión intolerable. Quien la vio alguna vez, no podrá olvidarla nunca.